Disfunción eréctil, ¿cómo afrontarlo y vivirlo en pareja?

El sexo es, sin lugar a dudas, una de las bases de la pareja, sobre todo cuando todo fluye correctamente. Disfrutar del placer es demostrar también nuestro amor por esa persona que tenemos al lado, ofrecernos a ella, confiar por completo en lo que sentimos y entregarnos sin pensar en nada más. El sexo siempre debe funcionar en una pareja para que todo vaya viento en popa, porque cuando no lo hace pasa de ser algo maravilloso, el pegamento que les une, a convertirse en un verdadero problema que puede suponer incluso la ruptura. Y no es solo porque el sexo vaya mal, sino porque a veces es la manera de canalizar las emociones, tanto para bien como para mal, que es complicado expresar de otra forma a través del sexo. Por eso, cuando hay problemas sexuales en la relación, todo se complica.

A veces vienen derivados de la simple rutina, del acomodo de la pareja, que cuando lleva ya un tiempo junta pierde fuelle, como si la pasión se acabase. Sin embargo, en muchas ocasiones tiene que ver con algún problema que tiene uno de los dos, pero que afecta a ambos, claro está, al determinar el tema del sexo. La disfunción eréctil es, junto a la eyaculación precoz, uno de los problemas más acuciantes para los hombres, ya que afecta directamente a su funcionamiento en la cama, y en consecuencia, también a la satisfacción de la propia pareja. Es un tema muy delicado porque además parece que la hombría del chico se pone en duda por no ser capaz de tener una erección, cuando en realidad muchas veces es más psicológico que otra cosa. La manera en la que su pareja le ayude puede ser fundamental para poder salir de esa situación compleja.

Cuando la disfunción eréctil se convierte en un problema

Cuando un chico no puede mantener una erección se suele decir que ha tenido un “gatillazo”, porque no ha podido completar la relación que estaba manteniendo con su pareja. Esto puede ser algo natural, a veces provocado por la tensión, a veces por el agobio o el estrés, o por simple cansancio. El problema llega cuando este tipo de gatillazos se vuelven demasiado comunes y afectan de forma directa a la relación de pareja, siendo un impedimento para que puedan disfrutar de un poco de placer. Esto, además, puede convertirse en un círculo vicioso, ya que el chico empieza a sentir que es incapaz de tener una erección y eso le hace ponerse más nervioso y frustrado cada vez que lo intenta y no lo consigue. Es la pescadilla que se muerde la cola.

Comunicación y comprensión, un factor clave

Para cualquier hombre, este problema puede suponer una auténtica pesadilla, ya no solo por sí mismo, sino por el hecho de que no pueda satisfacer a su chica como es debido por culpa de esa disfunción que, además, parece insalvable. Lo primero que debemos hacer, como pareja, es mostrarle todo nuestro apoyo y comprensión, como con cualquier otro problema que surja en la relación. Es algo que le afecta a él directamente, pero también a la mujer que está a su lado. Y no solo por la falta de sexo, sino por entender que el chico lo está pasando muy mal por culpa de este tipo de problemas, y que solo a través de nuestra auténtica comprensión lograremos que se sienta mucho mejor, y tal vez incluso que pueda evitar ese problema.

Mostrarte enfadada o frustrada por la situación no ayudará demasiado, porque este problema no es algo que el chico pueda controlar. Esto es importante, entender que él no tiene la culpa de la situación, al menos no de manera consciente, y que necesitará toda la ayuda que le podamos ofrecer. Mostrarle nuestro apoyo en esos momentos, aunque tengamos nuestras propias necesidades, es una manera de demostrarles que estamos juntos en esto, que vamos a una, y que siempre estaremos cuidando de él. De hecho, si la crisis es importante, solventarla es una de esas experiencias que unen mucho más a las parejas.

Cuándo acudir a un especialista

Si el problema se mantiene durante un par de meses, imposibilitando el sexo en casi todas las ocasiones durante ese periodo de tiempo, tal vez sea hora de acudir a un especialista que pueda ayudar de una manera más eficaz y concreta a nuestro chico. Al ser un problema habitualmente psicológico, el médico tratará de entender qué es lo que nos está afectando para que no podamos tener una erección. Seguramente bajando el nivel de estrés o agobio que tengamos, todo pueda solventarse. Claro que al tener agobio por este mismo problema, esto se convierte en algo complejo de llevar a cabo. Si esa frustración afecta a nuestro día a día, el problema ya es lo suficientemente grave para que nos lo vea un doctor.

El momento de retomar las relaciones sexuales

Tal vez la cosa llegue a tal punto que ni siquiera queráis tener relaciones sexuales, al menos con coito, por la imposibilidad del chico a tener una erección o aguantarla el tiempo suficiente. Enfrentarse a ese proceso puede llegar a ser muy frustrante, y a veces es incluso mejor dejarlo a un lado. Sin embargo, como ya exponíamos anteriormente, el sexo no puede quedarse fuera de la ecuación de una pareja para siempre. Después de ser tratado, de entender el problema y ponerle solución, debemos seguir retomando las relaciones, porque es una de las formas más hermosas de transmitir nuestro amor por la otra persona, de demostrarle lo que sentimos realmente.

Es un momento peliagudo, de hecho, porque el chico siempre va a tener miedo de que la situación vuelva a repetirse, así que hay que tomarlo con calma, casi como si fuera la primera vez. Como pareja, puedes darle toda la confianza posible, centrarte además en las cosas que sabes que más le gustan, que sea capaz de disfrutar de ese momento y se olvide de todo lo demás para dejarse llevar. Ahí está la clave. Si la presión desaparece, si todo se vuelve mucho más natural, el problema desaparecerá por sí mismo y podréis volver a tener relaciones completas de la mejor manera posible. Pero hay que poner ambos de vuestra parte para lograrlo, eso sí.